miércoles, 1 de diciembre de 2010

A veces está bien echar sal a la herida

Como personas, nosotros, la mayoría, somos caracterizados por una terquedad que ni sabré yo porque se la chantamos a las mulas, tal vez ellas dirán que una mula es terca como un humano cuando esta se las da de rebelde por ir contra la corriente.

Hay toda una explicación sobre el dolor físico, como los nervios actúan, cómo reacciona el cuerpo ante una situación tal como meter las manos al fuego, solo imaginemos que no lo sintiéramos. Aun siendo así la mayoría de cosas como analgésicos se han desarrollado para precisamente eso, no sentir dolor, deshacernos de ese horrible efecto de nuestros sentidos, volviendo a la comparación animal, unas completas gallinas que somos.

Pensándolo y basado anterior todo tiene una lógica, el dolor, los analgésicos, el rehusarse al uno haciendo uso de otro. Cuando hablamos del dolor del alma nos metemos en terrenos fangosos mis queridos amigos. No podemos negar el intento que se ha tratado de hacer o el que se ha hecho con las cosas, tratando de buscar algo que cure ese mal, ¡ahí cual santo grial ni que fuente de eterna juventud!, más utópico son los remedios para ello que llaman el alma sin inmiscuirnos con temas religiosos o metafísicos. Algunas curas genéricas se pueden mirar en cualquier parte que se apunte: dios, alcohol, drogas, juegos, dinero, operaciones, indiferencia, prozac, mentiras, inseguridades, y seguiría pero el frio de la madrugada me mata y quiero acabar.

Comencemos, dónde está el dolor de los sentimientos?, si me duele una mano, puedo apuntar a ella, pero realmente cuando sentimos tristeza, esta dónde está?, dónde está el vacío que sentimos y que le decimos a los demás que tenemos? será que otro siente lo que yo siento, como y donde lo siento?, siendo más atrevidos, será que algunas personas sienten más allá de lo que les dicte su sistema nervioso o son buenas disimulando??. Imagino yo que hasta el más perverso de los gañanes lo debe sentir, solamente que es situacional, es lo que he logrado después de mucho pensar, por decepcionados que estén con esa afirmación solo he logrado concluir eso, cada quien juzgará que tan poco importante es.

A diferencia del dolor físico, el dolor interior no es producido por cosas palpables o al menos su relación no tiene que ver en el estado que este individuo venga presentado, o accidentales en el sentido de tener un percance. Es más, es totalmente controlable y sujeto a nosotros mismos, el problema es todas las condiciones que este necesita para que sea así, yendo de lo emocional, lo situacional hasta lo comportamental. Estamos rodeados por un montón de personas que nos dicen que la solución de los problemas son fáciles, por supuesto que así es, nosotros somos esas personas que les decimos eso a otras personas de hecho, pero no se cuentan con lo que se encuentra atado a los problemas sentimentales, del alma, cada quien lo ve a su manera y en su posición. Claro que es más fácil evitar los problemas que son evidentes que se vienen encima, pero no, decidimos jugarnos todo y pensar que todo va a estar bien, no discutiré que es lo correcto, porque solo es un juego de probabilidades, que seamos cobardes ya no viene al cuento.

Hay mucho tema por decir con respecto a lo anterior, pero aunque lo complemente no es el centro del escrito. Es cierto, a veces es bueno echarse sal en la herida. Trae cosas invaluables como recordar que uno siente o sintió alguna vez, pensar en lo que pudo ser y seguir imaginando casi como tiempos pasados que puedo seguir en la historia, imaginar que habría pasado en situaciones diferentes, recordar cosas inconclusas, sin solución e incumplidas, cosas que se dicen al ardor del momento no más, palabras llenas de resacas morales, posibles soluciones a daños imaginarios. Esto acarrea efectos secundarios como rabias y más de ese sentimiento vacío, pero qué más da es válido. Cada quien que se las arregle con su conciencia y que la mande a callar como pueda o con ayudas que quiera.

Lo vivido nadie lo quita, lo dicho nadie lo borra por más que nos empeñemos en hacerlo o juguemos a nunca haberlo dicho, las palabras se las lleva el viento pero se anclan en la mente cuando estas flotan cerca de nuestros oídos. Se siente un alivio, pero al final, que pasa con lo que va más allá de nuestra lógica. Cuando algo parece ser algo y resulta que ese algo no era nada del algo inicial, así que todo algo se va al piso con lógica por delante, por eso esto es lo que me da a pensar que ni comparación con lo físico, pero no menos doloroso. Siendo esto controlable por ser producto de un montón de elementos no tangibles pero atados como se había definido, podríamos llegar a pensar, realmente vale la pena?